Las noticias sobre corrupción política están llenando las páginas de los periódicos y medios de comunicación en general. Parece como si ésta, se extendiera de forma inexorable, con el riesgo de abarcar a todos los políticos e incluirlos en el mismo carro.
El tema no es baladí, tenemos en juego la supervivencia del sistema democrático, que con todos sus defectos hasta hoy día, creo, se ha manifestado como la forma más eficaz de gestión de lo público.
No hablaré de si estas corruptelas son más importantes y frecuentes en unos partidos u otros, que si que lo son, pero este no es el tema; Pues entraríamos en un circulo vicioso que no hace bien a nadie y que solo aleja al ciudadano de la política.
A mi parecer, lo importante es el por qué de esta corrupción, que sin ser generalizada si que es significativa.
Por supuesto el tema, como la mayoría, tiene muchos matices. En primer lugar, la corrupción no es solo objeto de la política sino de cualquiera de las áreas de la sociedad, y el político está dentro de esta.
Es importante detallar que la propia acción política de manejo de lo público exige unas dosis de responsabilidad, transparencia y honradez, superior a la media. Y que la mayor profusión de noticias de casos de deshonestidad, no necesariamente quiere decir que haya más, sino más bien al contrario que se controla más y surgen los casos ocultados.
Los partidos pueden intentar luchar contra ella, con un ordenamiento jurídico eficaz y duro, con unas leyes de financiación claras y expulsando inmediatamente a los implicados en casos de ilegalidad, cosa que no está haciendo el PP en el caso Gürtel .
Por supuesto, casos de corrupción han ocurrido desde el principio de las civilizaciones, pero creo que la sociedad actual está más predispuesta a ello por la crisis de valores, que es hoy día tan socorrida, pero que pienso que es real. Se prima el oportunismo sobre valores como la honestidad y la honradez.
Es una especie de primero yo y después yo, con este caldo de cultivo, se perciben muchas veces los partidos políticos como todos iguales. Qué tiempos aquellos en que los liberales del XIX realizaban pronunciamientos románticos solo por la libertad, con riesgo de sus vidas, o aquellos jóvenes de todo el mundo que vinieron a combatir el fascismo durante la guerra civil sin esperar nada a cambio.
Desde la izquierda tenemos una responsabilidad especial de transmisión de valores como la solidaridad y la ética, y no conozco mejor forma que el ejemplo y tampoco conozco mejor ejemplo ni más cercano que la política local.
Los ciudadanos deben conocer la actuación de sus políticos locales, verían la cantidad de horas que dedican a su labor y la dificultad de gestión de lo público que para muchos ciudadanos parece que es coser y cantar.
Por otra parte los partidos debemos ser especialmente meticulosos en el control de aquellas personas que se acercan buscando usar la política para sus fines y no al revés, y controlando el acceso a empleos que dependen de una decisión política y que muchas veces son mal percibidos por los ciudadanos.
El tema no es baladí, tenemos en juego la supervivencia del sistema democrático, que con todos sus defectos hasta hoy día, creo, se ha manifestado como la forma más eficaz de gestión de lo público.
No hablaré de si estas corruptelas son más importantes y frecuentes en unos partidos u otros, que si que lo son, pero este no es el tema; Pues entraríamos en un circulo vicioso que no hace bien a nadie y que solo aleja al ciudadano de la política.
A mi parecer, lo importante es el por qué de esta corrupción, que sin ser generalizada si que es significativa.
Por supuesto el tema, como la mayoría, tiene muchos matices. En primer lugar, la corrupción no es solo objeto de la política sino de cualquiera de las áreas de la sociedad, y el político está dentro de esta.
Es importante detallar que la propia acción política de manejo de lo público exige unas dosis de responsabilidad, transparencia y honradez, superior a la media. Y que la mayor profusión de noticias de casos de deshonestidad, no necesariamente quiere decir que haya más, sino más bien al contrario que se controla más y surgen los casos ocultados.
Los partidos pueden intentar luchar contra ella, con un ordenamiento jurídico eficaz y duro, con unas leyes de financiación claras y expulsando inmediatamente a los implicados en casos de ilegalidad, cosa que no está haciendo el PP en el caso Gürtel .
Por supuesto, casos de corrupción han ocurrido desde el principio de las civilizaciones, pero creo que la sociedad actual está más predispuesta a ello por la crisis de valores, que es hoy día tan socorrida, pero que pienso que es real. Se prima el oportunismo sobre valores como la honestidad y la honradez.
Es una especie de primero yo y después yo, con este caldo de cultivo, se perciben muchas veces los partidos políticos como todos iguales. Qué tiempos aquellos en que los liberales del XIX realizaban pronunciamientos románticos solo por la libertad, con riesgo de sus vidas, o aquellos jóvenes de todo el mundo que vinieron a combatir el fascismo durante la guerra civil sin esperar nada a cambio.
Desde la izquierda tenemos una responsabilidad especial de transmisión de valores como la solidaridad y la ética, y no conozco mejor forma que el ejemplo y tampoco conozco mejor ejemplo ni más cercano que la política local.
Los ciudadanos deben conocer la actuación de sus políticos locales, verían la cantidad de horas que dedican a su labor y la dificultad de gestión de lo público que para muchos ciudadanos parece que es coser y cantar.
Por otra parte los partidos debemos ser especialmente meticulosos en el control de aquellas personas que se acercan buscando usar la política para sus fines y no al revés, y controlando el acceso a empleos que dependen de una decisión política y que muchas veces son mal percibidos por los ciudadanos.
La única forma de acabar con la lacra de la corrupción la encontramos aquí
ResponderEliminarhttp://ceroizquierda.blogspot.com